Europa ya sufría una crisis por el precio del gas incluso antes del grave conflicto bélico que tanto nos ocupa y preocupa, con facturas por la calefacción y la electricidad de hogares e industrias cada vez más altas. Hoy el precio del gas es una catástrofe que repercute directamente en el precio de la electricidad. Solo tenemos un único motivo para considerarnos afortunados: estamos en primavera y no en otoño. Tenemos de plazo hasta octubre, cuando volverá a aumentar la necesidad de energía, para completar una transición energética integral que debería haber llegado hace años.

¿Se puede hacer tan rápido? Sí. Cuando los gobiernos quieren actuar pueden hacerlo con mucha fuerza y eficacia.

Ahora podríamos pasar de una economía de alto uso de carbono a una de bajas emisiones con esa rapidez y decisión si logramos la misma determinación y sumamos los mismos recursos, desplegando un gigantesco programa para el aislamiento térmico de los hogares, la instalación de bombas de calor, el desarrollo de energías renovables, el uso del transporte público y otras tecnologías ya probadas.

La fuerza de esos gobiernos se materializa en el apoyo a proyectos como el que ERAIKEN CIFP Construcción LHII pilota dentro de un equipo de organizaciones que tiene como objetivo el de formar a los primeros profesionales cualificados capaces de participar con las máximas garantías en los procesos de generación, almacenamiento, transporte y uso del Hidrógeno.

Apuesta por las energías renovables

Apostar por las energías renovables en este contexto socio-político y de crisis climática implicará una serie de retos tecnológicos para adecuar el sistema eléctrico y energético a un escenario con una alta penetración de energías renovables de carácter intermitente, como la solar fotovoltaica y principalmente la eólica, que requerirán del desarrollo de sistemas de almacenamiento de energía como una de las soluciones para el desarrollo de un sistema energético sostenible. A día de hoy, las tecnologías de almacenamiento de energía que se sitúan en el rango temporal (días – semanas) y de potencia (MW) que se requieren para facilitar el cambio del modelo energético a uno basado en energías renovables son la energía hidráulica, con centrales reversibles o de bombeo, las centrales de almacenamiento mediante aire comprimido y el vector Hidrógeno. Las dos primeras son tecnologías maduras y que no pueden ofrecernos muchas mayores capacidades de almacenamiento. Es ahí, donde el Hidrógeno nos aportará todo su potencial como reservorio de la mayor cantidad de energía de origen renovable que estamos condenados a producir. No será la única solución, pero sí se convertirá en actor protagonista.

Las instalaciones relacionadas con la producción y almacenamiento de Hidrógeno suponen un nuevo reto para los profesionales del sector, que no están acostumbrados a trabajar con este gas y con equipos a presión, algo que hasta la actualidad se operaba principalmente en plantas químicas. De igual forma los potenciales usuarios de ese Hidrógeno Verde generado a partir de energías renovables por electrolisis del agua requerirán de una formación para operar el gas Hidrógeno en instalaciones de dispensación de Hidrógeno a vehículos, uso en la industria, en aplicaciones de pila de combustible (dispositivo que a partir de hidrógeno y oxígeno del aire produce electricidad y cuyo único residuo es agua), etc.